¡Hola, Viole!
Pues hace unos días que iba a escribirte, pero varias cosas han ocurrido para que no lo haga hasta ahora. Ayer terminé con la campaña para escuelas infantiles que empezamos en el teatro hace más de dos meses; hoy tenía un día sin actividad definida hasta las 7 de la tarde que me tengo que ir a Madrid a trabajar el fin de semana; hace una semana apareció un aviso en la escalera diciendo que justamente hoy tenía que haber alguien en casa por la mañana para la revisión de la instalación del gas (claro, el único “alguien” de la casa soy yo); y además hoy ¡es tu cumpleaños!
¡FELIZ CUMPLEAÑOS! - ¡URTEBETETZE ON!
Así que te escribo por la mañana, para que puedas leer mi felicitación al principio del día. Mientras escribía esto ha llegado el del gas, así que ya me puedo ir de casa. Pero bueno, ya tenía planificado quedarme hasta las 12, así que sigo.
Me llegó tu múltiple invitación. Lamento muchísimo no poder acudir a ninguna de las tres citas. Juro que si estuviera por allí iría a las tres. ¡Qué rico! Un fin de semana de fiesta en Buenos Aires… En fin, lo que no puede ser, no puede ser. Te deseo que pases un fin de semana precioso, transmite a tu familia mi pesar por no poder visitarles y pedalea el domingo por un mundo más razonable. Ya no busco la utopía, busco la razón y acabo con el convencimiento de que en realidad es lo mismo: Hoy en día en este mundo la razón también es utópica.
El boom de la bicicleta en Zaragoza está siendo espectacular. Yo sigo con la misma que con la que empecé, una de carretera que me compré en el año 89 por 25000 pesetas. Era buena, y lo ha demostrado hasta ahora. Nunca me la han robado, y en eso he tenido suerte. En realidad la mayoría de las piezas las he ido cambiando, de la bicicleta original queda el cuadro, platos y piñones y poca cosa más. Me acuerdo cuando empecé a moverme en bici por Zaragoza. Se ponía de moda entonces el puenting y yo pensaba que para qué tanta matraca con los deportes de riesgo: No conocía yo entonces ninguno de tanto riesgo como la bicicleta por ciudad. El respeto de los conductores era entre mínimo e inexistente. Ibas a golpes e insultos todo el día: te insultaban e insultabas; invadían tu carril y golpeabas el auto con el puño. Lo más seguro era ir más rápido que los autos, así que pedaleaba como un poseso por la ciudad y llegaba en seguida a todas partes. En los últimos años el gobierno municipal ha apostado por la bicicleta y el resultado es palpable. Se han construido muchos carriles bici en las calles, hay un servicio de préstamo con 100 estaciones por toda la ciudad (como de costumbre en mi barrio no han puesto ninguna), aparcamientos para bicicletas… Pero lo realmente importante es el cambio de mentalidad de los conductores. Sigue habiendo energúmenos, por supuesto, pero la gran mayoría ahora te respeta. No pitan, van pacientemente detrás de la bicicleta a la marcha de ésta, no insultan ni arrinconan. Y en el mismo trayecto en el que hace 10 años me encontraba una o dos personas en bicicleta ayer conté 38. Se ven por todas partes, a todas horas, en todos los cruces. No sabes cómo me alegra.
Siempre igual. Tu cumpleaños marca siempre el principio de mi primavera y, supongo, el de tu otoño. Esta noche ha sido la primera de ventanas abiertas. Me acosté dejando abiertas de par en par casi todas las ventanas de la casa. Y ayer fue el día de la minifalda. Todo el invierno sin verlas y llega un día en el que de repente se ven un montón. ¿Para qué tanto equinoccio? El cambio de estación en realidad lo marca la aparición masiva de la minifalda. Es difícilmente predecible, no siempre es el mismo día. Vanas objeciones: ayer llegó la primavera a Zaragoza.
Viole, cuando me escribas cuéntame algo de cómo va la Argentina. Nunca me puedo fiar de lo que leo por ahí y si de alguien como tú, alguien a quien quiero, respeto y admiro. Por lo menos hacen falta dos de esas tres cosas para creer a alguien. Contigo tengo las tres.
Y como es tu cumpleaños, paso de malas noticias o juicios políticos sobre los males del mundo. Felicidades de nuevo y
QUE LO PASES MUY BIEN
Un beso grande
Pablo
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