24/3/09

La fraternidad furgonera



Años y kilómetros transitados en bicicleta permiten descubrir ciertos códigos implícitos que fluyen con el tejido urbano. ¿Hablamos de códigos mudos de la experiencia pública?
Uno de estos acuerdos silenciosos rige en un pequeño segmento de las serpientes eléctricas que cruzan la ciudad: el furgón del tren.
Hay una fraternidad anónima que se sostiene en una premisa sencilla pero incuestionable: “El furgón es para los ciclistas”. Por supuesto, existe una parte del convoy destinada por el propio servicio a las bicicletas. Pero acá se trata de otra cosa. El enunciado “El furgón es para los ciclistas” no es del servicio sino de los usuarios. Y contiene las complicidades más intensas e infalibles que uno pueda vivir en los medios de transporte público.
Sobre todo en las horas pico, donde el tren se asemeja a la manga donde se marca el ganado. Estas complicidades nos permiten a los ciclistas subir donde ya no hay espacio y bajar en la estación que uno quiere, y así uno logra desanudarse de la masa humana compacta en la que está metido. Hacer lugar donde no lo hay, correr, desenredar y levantar las bicis, calcular por arriba de quién es más fácil hacerlo, todo eso sería imposible sin la existencia anónima de la “fraternidad furgonera”. 
Por Miguel Burkart Noe - EVV (Ensayos en vivo)

NUESTRA PROPUESTA

Este era un espacio para reunir información y opiniones sobre los ciclistas de la ciudad. Buscaba promover el uso de la bicicleta y el respeto a los ciclistas. El objetivo era construir una ciudad sin caos en el tránsito, sin humo, sin sedentarismo. La bici puede ser el mejor transporte cotidiano.
Como mucho no avanzó, se convirtió en mi bitácora de opiniones y experiencias, con un estilo muy catárquico.

BICIS